Caía la tarde de aquel viernes 4 de noviembre cuando una copiosa e incesante lluvia sorprendió a los residentes del Gran Santo Domingo y causó una gran inundación en la zona céntrica de la capital, un hecho sin precedente que causó la muerte de ocho personas y significativos daños a viviendas y vehículos.
“Nadie imaginaba que esas lluvias traerían tantos daños”, recuerda Carmen Hernández quien trabaja en una oficina pública en el edificio conocido como el Huacal, frente a la sede de la Policía Nacional.
“Yo salí a coger el carro, el tapón en la 27 (avenida 27 de Febrero) era inmenso y los vehículos no se movían, ese tapón duró hasta casi las nueve de la noche y por la radio y las redes empezamos a enterarnos de lo que estaba pasando en la ciudad, era algo caótico”, refiere Carmen al Listín Diario.
Más de 1,000 vehículos quedaron con el agua hasta el techo en distintos sectores del Distrito Nacional, miles de trabajadores y empleados públicos quedaron atrapados en sus lugares de trabajo, mientras familias residentes en sectores como Las 800 de Los Ríos sufrían los embates del desborde de la cañada perdiendo todas sus pertenencias y salvando milagrosamente sus vidas.