Un tribunal australiano autorizó a una viuda de 62 años extraer y almacenar el esperma de su marido recientemente fallecido, aunque aclaró que el fallo no supone el visto bueno para su utilización en la concepción de un bebé.
La mujer, quien no es identificada por motivos legales, solicitó el 18 de diciembre una vista urgente ante el Tribunal Supremo del estado de Australia Occidental, la máxima instancia judicial de esta jurisdicción, para que le permitan la extracción postmortem del esperma de su marido.
Su solicitud respondía a que el hospital de la ciudad de Perth donde se hallaba el cuerpo de su marido, fallecido a la edad de 61 años, no había accedido a la solicitud de la mujer para extraer el esperma, apunta el fallo emitido el 21 de diciembre por la juez Fiona Seaward.
Durante la audiencia, la mujer argumentó que tanto ella como su marido habían planeado extraer el esperma para tener otro bebé, ya que los dos hijos que tuvieron durante sus cuarenta años de matrimonio fallecieron la pasada década en sendos accidentes a la edad de 29 y 35, respectivamente.
Otro argumento apuntaban que una prima joven de la mujer que vivía en Filipinas se había ofrecido como vientre subrogado, pero las leyes del país asiático obligaba al hombre, identificado como el señor H., a vivir por un período de tiempo en la nación, a lo que se sumaron obstáculos como las restricciones por la pandemia de la covid-19.
Al emitir su fallo en favor de la mujer, la juez Seaward, quien reprendió al hospital por no acceder al pedido de la demandante en un momento «traumático», recalcó que «lo espermatozoides y los tejidos asociados extraídos y conservados no deberán ser utilizados para ningún fin sin una orden de este Tribunal».
«Como dejé claro durante la vista, estas órdenes se limitan a permitir la extracción de los espermatozoides y no constituyen una autorización para que los espermatozoides sean utilizados por la solicitante, y no consideran en modo alguno si la solicitante puede o podría cumplir algún criterio legal al respecto», acotó la juez.
La mujer ahora podría solicitar que se transfiera su caso a otra jurisdicción australiana, como Queensland, dado que Australia Occidental no permite la fertilización póstuma para poder usar el esperma de su marido, que según análisis previos es suficientemente fuerte para procrear.